El hemangioma no es más que una formación anárquica y desordenada de vasos sanguíneos normales en todo lo demás, por lo que lo más frecuente es que no causen ningún problema al paciente, más allá de la anomalía estética que suponen.

En casos poco comunes, pueden ulcerarse o, si afectan a la región periocular, pueden entorpecer la visión normal provocando un fenómeno análogo a lo que ocurre en el estrabismo en niños, la ambliopía u ojo vago.

La complicación a nivel local más alarmante es que dificulte el paso del aire a través de la vía aérea, lo cual puede derivar en estridores respiratorios en el niño. Debemos estar alerta si el hemangioma aparece en la parte inferior de la cara.

A nivel sistémico, pueden formar parte de síndromes complejos (como el Síndrome de PHACES) o asociarse a malformaciones lumbosacras, mucho menos frecuentes que las alteraciones locales.

Lo que más preocupa a los pacientes es la evolución de estas anomalías cutáneas, dado lo llamativo de su aspecto en términos estéticos. Por lo general, se resuelven por sí mismos sin necesidad de ningún tratamiento, pudiendo, en ocasiones, quedar una pequeña coloración residual en la zona afecta.

También podemos recurrir a beta-bloqueantes como el propranolol, que facilita la desaparición de la lesión y se emplea en aquellos que, por suponer un riesgo para el desarrollo del niño, deban ser eliminados lo antes posible (afectación de la visión, de la vía aérea…).